Para comprender, me he destruido.
F. Pessoa
Hemos entrado al lugar del crimen, a una arqueología
del dolor. Antropofagia es una exposición nacida de un diario personal; un libro en
dos tomos del día a día de la artista, una puesta en escena de lo vivido. Es
una invitación a lo prohibido. El diario de alguien que a manera de ritual lo
abre, lo deja en la mesa, junto a un sillón.
Confirmamos que en el diario, bitácora de la vida, habita
lo privado pero también el deseo perverso y discreto de ser profanado. El deseo
de que alguien -en particular o no- lo halle, nos reconozca.
Es Nirvana, quien se relee. Es quien se habita a sí misma
para hablar de lo no habitado, de lo -NO más ya- habitado. Cuando sólo hay uno
donde había dos ¿Cómo llegar a saber que lo que ves –es-?
Asistimos a esta lectura unilateral. Sólo un capítulo de
la vida de la artista. Donde el diario personal es construido de aspiración, derrota,
arrepentimiento y confesiones. Deseo de ser el que uno (des)escribe, quien se
nombra para sí y para el otro. De no ser ninguno, de ser ficción.
Nirvana Paz nos habla de ella, alguien frente a ella: la
usencia que son todas las ausencias. Nirvana llena la habitación, la ausencia
es su interlocutor. Dice el viejo refrán que somos lo que comemos, hoy Nirvana
es Nirvana.
¿Cómo no identificarnos en esta eterna muerte y
resurrección? El diario está lleno de muchos “yos”. Compartamos esta complejidad íntima;
propia, ajena, la de un tercero que puede ser cualquiera.
Alix Almendra y Valentina Siniego